Albert J. Beveridge pronunciaba palabras como las siguientes en un discurso ante el Senado estadounidense en 1900:

“Dios no ha preparado a los pueblos de habla inglesa y a los teutones durante mil años sólo para que, ociosos, se contemplen y se admiren a sí mismos. ¡No! Nos hizo los supremos organizadores del mundo para establecer un sistema donde reinaba el caos. Y de todos los de nuestra raza Él marcó al pueblo americano como Su nación elegida para dirigir, finalmente, la regeneración del mundo. Ésta es la misión divina de America. Somos guardianes del progreso del mundo, guardianes de su paz en justicia.” Esta perorata fue refrendada inmediatamente por el mismo presidente Roosevelt, futuro premio Nobel de la Paz, mediante un telegrama de felicitación.

Sangrante artículo de Bengt Oldenburg en la imperdible página de JA Millán.