Aspiren, respiren, interioricen, repitan conmigo: Descargar música no es robar.

Aaron Swartz ha colgado en su blog un artículo que, después de habérselo encargado una publicación, se lo han censurado porque no se le puede decir a los chavales que incumplan la ley. Va en la línea del clásico de Courtney y nuestro castizo Por favor, pirateen mis canciones (que son los nuevos Aves Marías y Padre Nuestro, todos tendríamos que rezarlos a menudo…). Cortito y con cifras y tajantes afirmaciones que por sorprendentes parecen inventadas. No pongo ningún extracto, hay que leerlo en entero:

Counterpoint: Downloading Isn?t Stealing

Actualización: Más weblogs se hacen eco de este artículo. En concreto David Galbraith ironiza con un argumento que me ha llevado a tener discusiones encarnizadas guau, parezco un periodista deportivo o algo así, ¿qué no? interminables con varios amigos: ¿por qué las bibliotecas públicas son válidas y aceptadas socialmente y descargar música no lo es? Mucha gente dirá que son dos cosas que no se pueden comparar, pero me gustaría que alguien analizase el tipo de música que más se consume en las redes p2p.

Lo correspondiente a artistas masivos, britneyspears y compañía, me da igual lo que pasen con ellos: son productos del sistema y todos estaríamos mejor si desapareciesen. Qué es lo que va a ocurrir, por otra parte. A los artistas más pequeños les interesa que desaparezca un intermediario que lo único que hace es chuparle la sangre. A los artistas independientes… ¡ya son independientes! por lo que la red y las desacargas solo les pueden ayudar, no perjudicar.