Madrid, martes 22 de junio, diez menos cuarto de la mañana. Cojo un taxi. El taxista me saluda lamentándose de que desde las 8 de la mañana sólo ha ganado 5 euros. Una señora mayor que iba al ambulatorio. Dice que esto cada día está peor. Que todas las paradas de taxis llenas a las 9. Que la actividad ha bajado mucho pero cada vez hay mas coches en la calle. La verdad tiene que ser duro currar 12 horas al dia sin saber qué vas a sacar exactamente.

Nos acercamos al destino. Tiene que mirar deprisa y corriendo el callejero (es un Mercedes sin GPS), no se aclara y acabamos dando vueltas. Al llegar, no tiene cambio.

Y entonces pienso aquello de que la suerte es para quien se la trabaja. Al menos un poquito.