Muchos modelos de negocio en Internet están basados en acumular una gran audiencia y luego monetizarla, generalmente una parte pequeña del total. Los modelos basados en publicidad responden a este patrón al igual que los freemium.

Rara vez pienso en algo por lo que se pueda empezar a cobrar de forma inmediata, lo que podríamos llamar de “pago directo”. Un servicio en el que todos los usuarios desde el principio paguen por usarlo. Saltarte el gran recorrido que te autoimpones cuando piensas en modelo de explotación de audiencias.

Si miras a tu alrededor pensarás que es normal porque apenas existen servicios así. Pero, ¿no existen servicios de pago “directo” porque no tienen cabida, o el de hecho de que haya tantos servicios gratuitos hace que la gente solo piense en modelos de este tipo?

(Si que es cierto que existen muchos servicios de pago directo, pero son productos de nicho y no de consumo masivo y por tanto son conocidos y tienen menos visibilidad)

Ponerte el requisitio de que tu servicio sea de pago directo puede ser una interesante herramienta de diseño: si pensamos en cobrar directamente por nuestro producto nos obligaremos a nosotros mismos a pensar en un servicio por el que la gente realmente pagaría. Y por tanto, usaría.

Esto parece y es una obviedad, pero miremos la otra cara de la moneda: cuando planteamos un servicio gratuito surgen miles de posibilidades sobre qué funcionalidades ofrecer, y como son todas gratis, muchas veces pierdes la perspectiva sobre cual podrá ser realmente interesante, o cual podrá ser la funcionalidad que haga que la gente use tu servicio de forma recurrente.

Justo en la última semana me he cruzado con un par de ejemplos de pago directo:

  • StageHQ, el producto de los españoles Linking Paths para gestionar el registro en eventos (conferencias, fiestas…). Cobran 1 euro por entrada vendida en los eventos comerciales. Ya han tenido como clientes grandes al Mad In Spain (+2.000 personas) y el OFFF (+4.000 personas). Han hecho un desarrollo bastante conciso (no es una central nuclear cuyo desarrollo les haya llevado años) y desde el principio ya están facturando. Si a eso le sumas un equipo pequeño donde los socios son los programadores obtienes una eficiencia del capital considerable.</li>

    • Pinboard, un delicious simplificado desarrollado por un programador polaco. Para activar tu cuenta tienes que pagar un pequeño fee; según el autor es para desanimar a spammers y mantener el sistema limpio y con un uso de recursos razonable. De esa forma no tiene que perder su tiempo en ese trabajo improductivo y los usuarios que realmente vayan a usarlo tendrán una mejor experiencia. Tiene sentido. Por otro lado, ha establecido una fórmula un tanto estrambótica para fijar la cuota de activación: número de usuarios x $0.001. Es decir, que cuanto antes te apuntes más barato te saldrá. Yo me he registrado hoy y me ha salido por $5.25.</li> </ul>

      Conclusión

      Si un usuario no está dispuesto a pagar por mi servicio, ¿realmente quiere usarlo? ¿lo necesita realmente? ¿merece la pena crear un servicio que en realidad no necesita?

      En el caso de Pinboard el pago es una considerable barrera de entrada. Solo la saltarán aquellos usuarios que realmente estén convencidos de que quieren el producto. ¿Me interesan el resto de usuarios en caso de que ofrezca mi servicio de forma gratuita? Si no les interesa pagando, por qué les va a interesar siendo gratis… probablemente conseguiría más registros, pero no usuarios fieles ni ingresos.