Estoy fascinado con la repercusión que ha tenido la presentación del iPhone. Steve Jobs no solo está innovando con sus productos sino que está siendo el maestro de ceremonias de una nueva era en lo que a relaciones públicas se refiere. Y es que seguro que ayer te cruzaste con más de uno que te hablaba de la keynote como si fuese lo más normal del mundo.

Se lleva rumoreando acerca del iPhone más de dos años y medio. También hemos visto mil y un iPhones diferentes. Es normal que después de tanto tiempo todos hablemos de él como si ya lo tuviésemos entre las manos. Pero lo cierto es que todavía tardará 6 meses en EEUU y a Europa no llegará hasta final de año.

Es genial: presentan el producto, te dicen que esperes sentado la friolera de seis meses y aún así todo el mundo está boquiabierto. Fabuloso. Ya estoy esperando algún informe por los expertos sobre cómo narices interpretar esto.

No solo son nuevos los productos que presenta Apple. El contexto de la presentación en si mismo es una novedad, lo que aumenta las sensaciones, multiplicando las expectativas. Y también cambian las formas de informar. ZDNet ha publicado una cronología de los principales sitios que relataron en directo el concierto… digo la presentación. Y es que las keynotes de Steve se parecen más a un concierto de rock que otra cosa (aunque tanta información confunde a algunos periodistas).

Impresionante también el movimiento que provocó la presentación en la cotización de Apple. La gente compraba y vendía no como consecuencia del conjunto de la presentación, si no por cada palabra y cada dato que Jobs iba soltando.

Pero lo más impresionante de todo, aunque parezca mentira, es el dichoso teléfono.

Pero de momento es humo, o cartón-piedra. Jason Kottke se ha fabricado un iPhone con las medidas que Apple ha dado para compararlo con otros cacharros.

Yo también quiero uno.